Desde hace mucho tiempo, los progresos y las exigencias democráticas basadas en un principio de apertura y en la lenta aparición de un ámbito público del conocimiento, permitieron la difusión de las ideas de universalidad, libertad e igualdad. Esta evolución histórica aparece ligada a la propagación de conocimientos por intermedio del libro, de la imprenta, y la expansión de una educación para todos desde la escuela y la universidad. Este ideal de conseguir un ámbito público del conocimiento, no se puede considerar como un logro definitivo ya que actualmente, la difusión de las nuevas tecnologías y la aparición de la red pública Internet parecen abrir nuevas perspectivas a la ampliación del espacio público del conocimiento. A este respecto, podemos preguntarnos si poseemos ya los medios que permitan un acceso igual y universal al conocimiento, así como un auténtico aprovechamiento compartido de éste. Esta debe ser la piedra que sustente a las sociedades del conocimiento auténticas, que sean fuentes de un desarrollo humano y sostenible.
Así mismo cada sociedad cuenta con sus propios puntos fuertes en materia de conocimiento, por lo tanto es necesario actuar para que estos que están ya en las distintas sociedades se articulen con las nuevas formas de elaboración, adquisición y difusión del saber; valorizadas por el modelo de la economía del conocimiento. La importancia de la educación y del espíritu crítico pone de relieve que; en la tarea de construir auténticas sociedades del conocimiento, las nuevas posibilidades ofrecidas por Internet o los instrumentos multimedia no deben hacer que nos desinteresemos por otros instrumentos auténticos de comunicación como la prensa, la radio, la televisión y sobre todo la escuela. Promover la diversidad equivale a promover la creatividad de las sociedades, esta perspectiva no obedece exclusivamente a un dominante indeterminado de carácter ético, sino que apunta principalmente a causar en cada sociedad una toma de conciencia de la riqueza de los conocimientos y capacidades de que es depositaria a fin de que los valore y aproveche mejor. Al hacerlo, no cabe duda de que cada sociedad estará mejor preparada para hacer frente a las rápidas mutaciones que caracterizan al mundo cambiante contemporáneo.
Del mismo modo el auge de Internet, así como de la telefonía móvil y las tecnologías digitales ha modificado radicalmente la situación del conocimiento en nuestras sociedades, trascendiendo a una competencia multidisciplinaria para los docentes ya que tienen que formar parte del aprendizaje de las nuevas tecnologías como una reflexión sobre los medios para lograr la motivación y dedicación de los alumnos. Lo que tienen que adquirir los docentes no es tanto una competencia técnica como una capacidad para escoger, entre una oferta cada vez más abundante, los programas didácticos, informáticos y educativos más pertinentes, sino una importante formación mediante las nuevas tecnologías aprovechando los conocimientos teóricos y prácticos. La función del docente como comunidad profesional que comparte los resultados de una experiencia y una práctica vivencial ante los educandos sigue siendo indispensable en la educación.
Finalmente la toma de conciencia de la riqueza de los conocimientos de que dispone una sociedad exige una movilización de todos sus protagonistas convirtiéndose en productores de conocimientos y no en ser meros consumidores de los que ya están disponibles actualmente. Los docentes deben establecer un mejor nexo entre el progreso del saber, el desarrollo de las tecnologías y las exigencias en materia de participación, dentro de la perspectiva de una auténtica ética del futuro, para afrontar los desafíos del siglo XXI, fomentando en particular el desarrollo de la creatividad, de los valores de ciudadanía y democracia, y de las competencias imprescindibles para la vida diaria y profesional.

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